¿Cómo aumentar de manera sostenible la rentabilidad de los cultivos?
La agricultura es una actividad fundamental para la alimentación y el desarrollo de la humanidad que también implica una serie de retos y desafíos para el medio ambiente, la sociedad y la economía. Para ser sostenible, la agricultura debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras, y al mismo tiempo garantizar la rentabilidad, salud ambiental, equidad social y económica.
Pero ¿cómo se puede lograr una agricultura sostenible y rentable para los productores? Existen diversas estrategias y prácticas que contribuyen a mejorar el rendimiento y calidad de los cultivos además de reducir los costes e impactos negativos incluso aumentando el valor añadido y la competitividad, de acuerdo a esto enunciaremos algunas estrategias como:
- â— Elegir los cultivos más adecuados de acuerdo al terreno, clima y las demandas del mercado. Es importante apostar por las semillas o plantas que se adapten mejor a estos factores además de ser resistentes a temas como plagas y enfermedades, garantizando así una buena rentabilidad por hectárea.
- â— Implementar sistemas de riego eficientes que optimicen el uso del agua y eviten el desperdicio. Esta práctica es un factor clave para el desarrollo de los cultivos, que también implica un alto consumo de recursos hídricos. Mediante el uso de sistemas de riego, se puede aumentar el rendimiento de los cultivos hasta en un 50%, dependiendo de factores como características del suelo, tipo de cultivo y condiciones climáticas. Es fundamental controlar la cantidad y la frecuencia del riego, para evitar el exceso o el déficit de agua, que pueden afectar negativamente a la calidad y la productividad de los cultivos.
- â— Aplicar técnicas de fertilización orgánica e integrada que mejoren la fertilidad y la calidad del suelo, éste es el recurso más importante para la agricultura, ya que proporciona los nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas. Sin embargo, el uso intensivo de fertilizantes químicos puede provocar problemas como la contaminación, la acidificación, la salinización o la erosión del suelo. Por ello, se recomienda utilizar fuentes orgánicas de fertilización, como el compost, el estiércol o las leguminosas, que aportan materia orgánica y mejoran la estructura y la capacidad de retención de agua del suelo, también se puede recurrir a la fertilización integrada, que combina los fertilizantes orgánicos con los minerales, ajustando las dosis según las necesidades específicas de cada cultivo.
- â— Adoptar medidas de control biológico y ecológico de plagas y enfermedades que minimicen el uso de plaguicidas ya que estos factores adversos impactan directamente en el rendimiento y la calidad de los cultivos y también suponen un riesgo para la salud humana. Por eso, se debe optar por métodos alternativos que prevengan o reduzcan los ataques de los organismos nocivos sin dañar a los beneficiosos. Algunos ejemplos son: el uso de variedades resistentes o tolerantes; la rotación o asociación de cultivos; el manejo adecuado del suelo; la instalación de barreras físicas o trampas; la liberación o atracción de enemigos naturales, o el empleo de sustancias naturales o biológicas con efecto repelente o insecticida.
- â— Incorporar elementos de biodiversidad que favorezcan el equilibrio ecológico y la prestación de servicios ecosistémicos. La biodiversidad es esencial para el funcionamiento y la resiliencia de los ecosistemas agrarios, ya que contribuye a la polinización, el control biológico, la fertilización, la depuración del agua, la regulación climática, la conservación del suelo o la provisión de recursos genéticos. Para fomentar la biodiversidad, se pueden introducir elementos como márgenes florales, setos, árboles, cultivos intercalados, hoteles de insectos o nidos de aves, que crean hábitats para la fauna y la flora autóctonas, que aumentan la diversidad funcional y estructural del paisaje.
- â— Añadir valor a los productos agrícolas mediante la diferenciación, la calidad, la innovación o la certificación. La rentabilidad de los cultivos no solo depende de los factores productivos, sino también de los factores comerciales. Para mejorar el posicionamiento y la competitividad de los productos agrícolas en el mercado, se puede recurrir a estrategias como: la diferenciación por el origen, el tipo o proceso de producción; la mejora de la calidad organoléptica, sanitaria o nutricional; la innovación en el diseño, el envasado o la presentación; o la certificación de normas o sellos que acrediten el cumplimiento de criterios de sostenibilidad, calidad o trazabilidad.
Estas son algunas de las posibles formas de aumentar de manera sostenible la rentabilidad de los cultivos, pero existen muchas otras que pueden adaptarse a las condiciones y objetivos específicos de cada caso. Lo importante es tener una visión integral de la agricultura que considere todos los aspectos ambientales, sociales y económicos involucrados, buscando el equilibrio entre la producción y la conservación. Sólo así se podrá garantizar una agricultura sostenible que sea rentable para los productores y beneficiosa para el planeta y las personas.
Semillas Valle, sembramos futuro!!